miércoles, 31 de marzo de 2010

Premio para Algun Lugar sobre el Arcoiris!!!

Este premio es para Alice de http://llevandomealcielo.blogspot.com/, por una historia tan maravillosa y dulce.

martes, 30 de marzo de 2010

Premio para scarletts-chronicles.blogspot!!!

Este premio es para Jessica de http://scarletts-chronicles.blogspot.com/, por su historia llena de emociones eh intriga.
¡¡FELICIDADES!!

Tercer Premio!!!





Ya el tercer premio!!!estoy muy feliz!!!
Siguiendo con el protocolo


Reglas del premio
1º-Agradecer a quien te lo pasó
http://renesmeedegrande.blogspot.com/ muxas muxas muxas graciias danny
2º-Menciona que es lo que más amas
Lo que mas amo son a mis dos mejores amigas que siempren me ispiran y ayudan
3º-¿Qué darías por amor?
TODO en el sentido mas literal de la palabra, el amor es el sentimiento mas grande en este mundo ♥
4º-Pasarlo a quien tú quieras
Se lo voy a pasar a Yoce de www.yocecullen15.blogspot.com/por haberme ayudado tanto y por siempre estar ahi cuando la nesesito.

lunes, 22 de marzo de 2010

CAPITULO III

Cambie mi la hora de Historia a la ultima por lo cual los últimos días, en su lugar tuve Biología. Tenia tanto miedo, pero mi miedo no era por mi sino porque Laicay se enterara y llegue a hacerle daño, trate por todos lo medios de evadirlo pero era muy difícil ya que el instituto era demasiado pequeño para esconderme y en donde quiera que mirara él estaba, incluso en mis pensamientos.

Maldito sea Edward Cullen, malditos esos ojos tan maravillosos, malditas las sensaciones que el provocaba en mi. Dios, era como si el destino quisiera jugarme una mala pasada, bueno, unas cuantas me las merecía, pero las demás no. Creo que el karma quería darme una lección de cuando rechace a Steve Miller frente a todas mis amigas, pero que se yo, tal vez no debí haber venido a Forks y punto, tal vez debería irme antes de que sea demasiado tarde, lo cual quiere decir antes de que acabe muerta a manos de un vampiro. Por mucho que quisiera no podía irme, había una persona que me ataba a este lugar, él me llenaba de sentimientos nuevos con solo una mirada, pero yo muy orgullosa jamás iba a admitirlo.

Ya habían pasado dos semanas desde que había cambiado mi horario. No podía entender ese sentimiento que me embargaba. Necesitaba verlo o al menos sentir su presencia, aun sabiendo lo peligroso que podria llegar a ser quería arriesgarme, quería escuchar su voz otra vez. Odiaba sentirme asi, pero también este sentimiento era algo nuevo para mi, algo que me hacia sentir viva, que hacia que tiemble todo mi cuerpo con solo escuchar su voz. Maldito sea.

--Tierra a Emily!!, hola, hay alguien ahí!!—dijo Jenny moviendo las manos frente mió tratando de llamar mi atención.

--No molestes—dije mientras de un manotazo sacaba sus manos frente mió.

--No hay necesidad de ser tan ruda—dijo mientras se frotaba en lugar donde mis manos la habían golpeado.

Si tuvieras mis problemas, créeme, serias muy ruda, pensé sobriamente.

Estábamos en la hora del almuerzo, nuestra mesa estaba bastante apartada de la de él y un amontonamiento de chicos alrededor me impedían verlo. Pude saber que él había ido a clases por que:
1.En el aparcamiento su auto esta estacionado.
2.Apenas entramos Jenny me dijo que ella tenía clase de Literatura con él y yo actué indiferentemente
Y tercero y ultimo porque
3.¡¡ACABA DE PASAR A MI LADO!!

Me quede completamente inmóvil hasta que lo vi salir del salón, ni respirar podía de saber lo cerca que había estado de él.

Cuando termine de almorzar iba a dirigirme hacia el salón de Biología cuando decidí tomar un atajo por las afueras del edificio para tomar un poco de aire.

Cuando abrí las puertas que conducían al exterior un viento helado corrió alborotándome ligeramente la melena. El trayecto me tomo menos de cinco minutos, tenia aun tiempo de sobra, cuando a causa de un charco resbale empapándome entera, estaba a punto de levantarme cuando una mano blanca surgió frente a mi vista, levante ligeramente el rostro para encontrar el suyo.

--Bonita caída—dijo Edward, riéndose ligeramente.

Me quede petrificada, mirándolo fijamente con los ojos en blanco, y eso no era a causa de su risa, aunque si hubiera sido diferente talvez si hubiera sido por eso, sino porque estaba frente a un vampiro, en las afueras del edificio, totalmente desprotegida y sin alguien que pudiera ayudarme.

Me levante rápidamente ignorando su mano, estaba a punto de llegar a la fuerte cuando escuche que alguien resoplaba. Me di la vuelta rápidamente.

--Disculpa?—dije

--Creo que eso debería decirlo yo—dijo con expresión enfadada.

--Por que?

--Si he hecho algo que te ha molestado pues disculpa.

--Por que crees eso?—pregunte inocentemente.

--Cada vez que intento ayudarte te levanta con expresión de miedo y te largas a correr—dijo con voz dulce y tierna—Si te he enfadado por algo pues perdona.

--No,no tienes porque sentirte culpable, no eres tu soy yo. Me gustaría poder ser tu amiga pero no puedo.

--Por que?

Decidí decirle la verdad, bueno la verdad a medias.

--Por no seria seguro para ti—dije agachando la cabeza para no tener que mirarlo a los ojos.

--A que te refieres?.

--Soy peligrosa, mas de lo que podrias creer.

--Que clase de peligro?.

Por que tenia que hacerlo tan difícil, solo debería haberle dicho eso e irme pero él no me dejaba.

--Solo déjalo asi.

En cuanto dije eso eche a corre directo hacia mi próxima clase. Sabía que pronto las lágrimas me delatarían pero debía ser fuerte. Odiaba tener que alejar a las personas a causa del peligro que me acechaba desde hace 17 años.

Cuando llegue a la clase de Biología el profesor Meyer aun no había llegado, fui corriendo hacia mi asiento, mi compañera me miro en la forma que uno mira cuando dice “Estas Chiflada”.

Luego de clase me dirigí hacia casa, en cuanto cruce la puerta el telefono comento a sonar. La sincronía de Laicay era algo que aun no había comprendido.

--Hola em, como esta todo por allí?—dijo lleno de energía.

--A ti que te importa—conteste enfadada.

--Ok, creo que nos hemos despertado con un humor de perros, pero si quieres que
corte solo dímelo.

Él no tenia la culpa de lo que estaba pasando, debía ocultar mi emociones cueste lo que cueste.

--Lo siento, no es tu culpa—dije realmente arrepentida—Es solo que…

--Quien fue—dijo él en tono cortante.

--Qué?

--Quien fue el que te hizo daño?—dijo él realmente enfurecido—No trates de
negarlo, dímelo.

--Laicay de veras que no pasa nada.

--Lo estas cubriendo verdad?

--No, lo juro, es solo que los extraño mucho—dije dulcemente—Y especialmente a
ti.

Se me hacia muy difícil mentirle a Laicay ya que él era el único que me conocía,
como también detectaba mi timbre de voz cada vez que mentía.

--Lo dejare pasar, por ahora.

--De veras que no tienes que preocuparte, pareces una madre con su primer hijo.

--Te equivocas, parezco un muchacho que cuida de la mujer que ama.

--Y si ese amor no es correspondido? Te darás por vencido?

--Jamás dejare de amarte—dijo él y en su voz detecte un atisbo de tristeza—Aunque elijas a otro.

--Eso no es bueno para ti.

--Estar cerca de tuyo es bueno para mí.

--Eres masoquista, tu mismo te buscas tu propio sufrimiento—dije realmente
cansada de todo esto.

--Debo cortar, cuídate.

--Tu también.

Deje el celular sobre la mesa, fui a buscar un refresco a la heladera, pero cuando volví vi que la pantalla del móvil aun estaba encendida, lo cual quería decir que Laicay se había olvidado de cortar, otra vez.

--Laicay, te has olvidado…--me calle ya que al otro lado del auricular oí que alguien entraba en la habitación en la cual se hallaba el móvil de Laicay. Supe que era Tasha en cuanto oí su voz.

--Aun no se lo has dicho—dijo Tasha.

--No, aunque viva mil años no se lo diré.

Eran Tasha y Laicay que estaban charlando o más bien discutiendo por sus voces.

--Yo también quiero su seguridad pero ella merece la verdad, a sufrido tanto, solo
haremos de ese dolor mucho más grande si dejamos pasar el tiempo.

--Emily no pude saber que las personas que la han perseguido durante años es por
nuestra culpa.

No podía creerlo, ellos culpables de mis perseguidores?¿Por que?.

--Si, pero ella merece saber por que.

--Quieres decirle a que organización perteneció Jonathan?, ¿Decirle que su padre
se busco su muerte?, eso la destrozaría, jamás podria hacerle eso—dijo él con voz forzada.

--Yo no buscaría un daño para ella, pero debe saber la verdad, debe saber que ella
es la única que puede terminar lo que comenzó su padre.

--JONATHAN TAMBIÉN QUISO TERMINARLO Y MIRA LO QUE PASO, ARDIO EN EL FUEGO—La voz de Laicay ya no era consolada ahora estaba gritando.

--No podrás protegerla de la verdad por mucho tiempo, ella algun dia lo
descubrirá y no nos perdonara haberle ocultado su herencia familiar. Jonathan cometió un error, Emily jamás lo haría, ella siempre a sabido como sobrevivir, valerse por si misma, no siempre sera una niña.

--Lo se.

--Ella crecerá, va a enamorarse, tendrá niños, y luego morirá, asi lo hubiera querido Jonathan, no podrás tenerla por siempre, por mucho que lo desees.

Tasha salio de la habitación cerrando la puerta con un gran estruendo tras ella.

--Si tan solo fuera mía, ella podria estar con nosotros por siempre—oí que
murmuraba Laicay con tristeza.

Luego de oír eso corte la llamada, no quería escuchar nada mas, mi mente no
podía almacenar tanta información en un solo dia. Mi corazon latía fuertemente,
no podía respirar, las personas en las que más confiaba en el mundo me habían
estado ocultando cosas sobre mi padre y su pasado. Laicay, el que me había
declarado su amor tantas veces desde que había cumplido 16 años, él, que me
había prometido siempre la verdad, había roto su promesa. Ya no podía confiar
en nadie.

Entonces se me ocurrió ¿Si él no cumplía su promesa por que yo habría de alejarme del peligro? , de niña siempre me había gustado el peligro.

Esa misma noche me decidí. La próxima vez que viera a Edward rompería mi promesa.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Capitulo II

Las siguientes clases sucedieron sin ningún problema, pude encontrarlas sin problemas ya que varios muchachos se ofrecieron a indicarme el camino a clases. Solo uno de ellos me acompaño a cada una, su nombre era Jasón Bennett, era alto casi de mi altura y de cabellos dorados. Cuando llego la hora del almuerzo lo seguí hacia la mesa donde se sentaban sus amigos, él me presento dos muchachas, una de ellas era pelirroja y tenia los ojos color café, su nombre era Jenny, la otra era rubia y de tez bronceada, su nombre era Lucy.

--Supongo que debe ser difícil para ti vivir en Forks—dijo Jenny.

--No te imaginas.

--Te entiendo, hasta que cumplí catorce viví en Arizona, luego papá encontró trabajo aquí y bueno ya te imaginas el resto—dijo haciendo un mueca burlona.

De repente Lucy se nos unió, ambas comenzaron a bombardearme con preguntas, ¿Por que te mudaste aquí?, ¿Cómo era tu antigua escuela?, etc. La mayoría del grupo tenia su atención puesta en mi por lo cual trate sin éxito de ser lo mas amistosa posible mientras disimuladamente buscaba a Edward entre la multitud de estudiantes cuando de repente lo encontré. Se sentaba en el otro extremo junto a dos muchachas. La chica baja tenía aspecto de duendecillo de facciones finas, un fideo. Su pelo corto era rebelde, con cada punta señalando en una dirección, y de un negro intenso. La mas alta era escultural, bueno solo un poco, su cabello color caoba caía en cascada hasta solo centímetros por debajo de la cintura, estaba sentada junto a la silla continua a Edward y su mano estaba entrelazada a la de él. Edward giro su rostro hacia mi dirección pillándome mirándole fijamente, la sangre subió tan rápido a mis mejillas que juraría que sonroje tanto como un tomate, desvié la mirada rápidamente posándola sobre la mesa.

--A quien miras?—musitó Jenny

Eso me hizo volver a la realidad y darme cuenta de que los demás me miraban.

--Eh, nadie—tartamudeé

--Entonces por que te has sonrojado?

En modo reflejo dirigí mi mirada hacia donde él se sentaba, Jenny miro en la misma dirección, cuando volví mi rostro hacia el suyo estaba sonriendo con picardía.

--Ya veo—dijo mientras que sus dedos golpeaban ligeramente la mesa de modo acusante.

--Qué?—pregunte inocentemente.

--No te hagas la inocente, te eh pillado mirando a los Cullen o especialmente a Edward Cullen.

--¿Quiénes son los Cullen?

--Esos que están allí son Edward, Bella y Alice Cullen—dijo señalándolos con un gesto de cabeza—
Pero también están Emmett, y Rosalie y Jasper Hale, aunque los últimos tres ya un año que se graduaron, en fin, todos ellos viven con el doctor Cullen y su esposa. Llegaron aquí hace dos años de algún lugar de Europa, creo.

--No parece parientes

--Claro que no. El doctor Cullen es muy joven, tendrá treinta. Todos son adoptados. Los Hale, los rubios, son hermanos gemelos, y los Cullen son su familia de acogida.

--Son guapos.

--Sabia que tenia que haber una razón por la cual veías para ese lado, pero si crees que eso es guapo deberías haber visto a su hermano Jasper, por dios, juro que con solo verlo me derretía—dijo con una voz enamorada--Aunque ellos andan juntos, quiero decir Emmett y Rosalie, Alice y Jasper, y Edward y Bella. Es una lastima

--Si lo es.

Justo en ese momento sonó el timbre el cual indicaba la finalización del almuerzo, por suerte Jenny tenia la misma clase que yo, cuando llegamos al aula de Historia Jenny se dirigió hacia su banco, pero luego se dio la vuelta, corriendo hacia mí acerco su boca a mi oído y dijo en un susurro.

--Espero que te diviertas, por que el único banco libre es junto al de Edward Cullen.

Luego con una sonrisa burlona se dirigió a su banco. En cuanto lo hizo la seguí por detrás sentándome junto a ella, su compañera me lanzo una mirada envenenada cuando quiso sentarse pero yo solo le dirigí una sonrisa de arrepentimiento y no me moví ni un centímetro, justo entonces llego el profesor Wolfe y ella tuvo que sentarse resignada junto a Edward.

Cuando mire de reojo a Edward desde mi banco lo pille mirándome, sus ojos cálidos y dorados mirándome. Un momento pensé, ojos dorados?, excepcionalmente bello, piel pálida ,solo había un ser en el mundo con esas características, un vampiro, en Forks, y Laycay que pensó que aquí no tendría ningún peligro, por suerte su piel no era fría porque sino hubiera estado en graves problemas, bueno eso no lo sabia porque cuando lo había tocado me concentre mas en sus ojos que en su tacto. Debía de encontrar una forma de tocarlo nuevamente para aclarar mis sospechas.

La clase paso rápidamente el profesor Wolfe ni se percato de mi presencia o tal vez lo hizo y no me di cuenta, la cosa es que estaba tan concentrada en mis pensamientos, buscando formas de tocarlo sutilmente, que no le di importancia al exterior.

Cuando todos comenzaron a salir mi bolso resbalo de mi hombro, volcando todo su contenido sobre el suelo, estaba recogiéndolo cuando unas manos pálidas se dispusieron a ayudarme, sin querer sus dedos rozaron los míos sutilmente cuando me entrego un cuaderno, pero eso solo basto porque su dedos estaban tan fríos como el mismísimo hielo.

Me quede helada mirándolo fijamente con expresión aterrada, no podía creerlo, justo de todos en el mundo tenia que ser él, un vampiro.

--Te encuentras bien?—dijo con una voz llena de curiosidad

--Yo..Tengo que irme—dije a la vez que juntaba las cosas precipitadamente y me dirigía hacia el aparcamiento. No tenia tiempo para otra clase mas, tenia mucho en que pensar.

Al llegar a casa abrí apresuradamente la cerradura, deje mi bolso tirado sobre el sueldo y me recosté bruscamente sobre el sofá.

Esto era el colmo, lo único que le faltaba a mi vida era un vampiro mas, un clan malvado estaba persiguiéndome contra viento y marea para matarme y ahora en el lugar mas remoto de la tierra había un vampiro que hacia que en mi surgieran sentimientos nuevos y extraños. Genial, esto solo podía pasarme a mí. Aunque los ojos de Edward eran dorados no rojos y eso solo podía significar que él no saciaba su sed con sangre humana, sabia sobre eso por que mi familia vampírica practicaba esa forma de vida, al menos eso era un alivio. No quería pensar más sobre ello, por lo cual cerré mis ojos.

Debo de haberme quedado dormida por que cuando volvía a abrirlos mi madre entraba por la puerta después de un arduo día de trabajo. Me miro comprensivamente y se dirigió hacia el teléfono para encargar pizza. Mientras esperábamos a que llegara la comida, me dirigí a la heladera en busca de un refresco cuando mi madre hablo.

--Ay hija no sabes lo que me divertí hoy, fue tan maravilloso volver a ver a mis amigas—dijo alegremente mientras se dirigía hacia al estante junto a la ventana en busca de platos—¿Cómo fue tu día?.

--Bien, hice algunos amigos, pero solo unos pocos—dije mientras abría el refresco de cola—Resumiendo, fue un día agradable.

--Me alegro mucho, por un momento pensé que tu depresión iba a durar para siempre.

--Gracias por recordármelo—dije con sarcasmo.

Justo entonces sonó en la puerta tres golpes, mi madre se dirigió hacia la puerta para pagar, se retraso bastante porque no encontraba el monedero, por ello subí rápidamente las escaleras hacia mi dormitorio, cuando estuve allí escribí rápidamente en el ordenador.

Laicay:
Es preciso que me llames en cuanto leas este mensaje. Es urgente.
Emily.

Comimos en silencio pues mi madre estaba demasiado cansada para hablar y no es que a mi me apeteciera una charla en mi estado, lo único que quería hacer era gritar. Estaba a punto de tomar otra porción de pizza cuando el teléfono sonó, corrí hacia él, lo descolgué y dije:

--Laicay?, eres tú?—pero lo único que se escuchaba al otro lado era una sigilosa respiración—Soy Emily, contesta por el amor de dios—comencé a enfurecerme cuando la voz al otro lado hablo, pero no rea la voz dulce de Laicay, era una que conocía muy bien y que cada vez que en mi vida la escuchaba algo muy malo ocurría.

--Creísteis que podías escapártenos, pero gracias a tu antiguo instituto y al ex novio de mama, no fue muy difícil—dijo con voz seductora pero a la vez llena de cólera—Lo cual quiere decir que nos veremos pronto, no sabes cuanto ansió verte de nuevo, pero esta vez muerta en mis brazos.

Justo entonces se corto la llamada. Me quede parada junto al teléfono en estado de shock varios minutos. Es que jamás iba a ver un poco de paz para mi? pensé desesperadamente. Tome cuatros bocanadas de aire antes de dirigirme hacia mi madre.

--Se me fue el hambre, puedo subir a mi habitación? Estoy realmente cansada.

--Por supuesto que si puedes hija, que tengas dulces sueños.

Le dirigí una sonrisa antes de desaparecer lo mas rápido posible hacia mi cuarto, allí me tire sobre la cama aun vestida y por segunda vez allí, comencé a llorar sin consuelo alguno.

Era casi medianoche cuando mi teléfono móvil comenzó a sonar repetidas veces, medio dormida palpe con la mano la mesita de luz en su busca, cuando lo hube encontrado mire el numero, era
Laicay. Gracias al cielo pensé mientras respondía.

--Hola—dije con voz dormida

--Me puedes explicar porque no has contestado al primer toque—dijo cuando siquiera se molesto en saluda—Para que demonios tienes un teléfono.

--Primero, y mas importante, no me grites, han pasado ya casi cuatro horas desde que envié el email—dije verdaderamente molesta— Yo que iba a saber que al señor se le daría por llamar a estas horas de la noche, cuando el email decía llámame en cuanto lo leas.

--Para que sepas no estaba jugando, estaba verdaderamente ocupado. Tasha nos a hecho verificar cada mugroso rincón de la estúpida ciudad buscando a tu sabes quien.

--Pues no será necesario.

--Por que?-

--Porque hay un peligro más aquí en Forks, pero dejémoslo así, y la próxima vez llámame a una hora decente—dije cortando la llamada.

Deje el teléfono en su lugar, me cubrí con las mantas hasta la cabeza, como si con eso pudiera escapar del mundo, me acurruque con la almohada y finalmente volví a quedarme dormida.

martes, 2 de marzo de 2010

Angel Oscuro

Capitulo I

Era un día lluvioso, la avioneta aterrizo en el aeropuerto de Port Ángeles, supongo que aun no terminaba de acostumbrarme al clima de mi nuevo hogar. Estaba muy triste había abandonado mi hogar al sur de california para mudarme a Forks, un pueblecillo que no repasaba los 3500 habitantes. Genial. Abordamos un taxi, el conductor nos saludo con una sonrisa, trate de contestar con otra pero lo único que salió de mi boca fue una mueca. Después de una larga hora donde todo lo que vi fue verde comenzaron a aparecer casas hasta que nos adentramos en el centro de la ciudad para luego salir de el rápidamente.
La casa de mi abuelo estaba en las afueras de la ciudad, al otro lado del pueblo. Era de un estilo tipo colonial, tenia dos pisos de altura. Baje del auto y corrí rápidamente hacia el porche para resguardarme de la lluvia y en unos segundos mi madre se me unió mientras el chofer terminaba de bajar las maletas y traerlas hasta donde estábamos. Mi madre abrió la puerta la cual conducía al vestíbulo en el cual se hallaba aun costado la escalera que conducía al segundo piso. El lugar estaba tal y como lo recordaba, las paredes de un tono marfil, el sofá de cuero negro frente a la chimenea y los cuadros que tanto me habían maravillado de niña seguían aun colgados en los mismos lugares hacia años que no había estado aquí desde la muerte de mi abuelo por el simple hecho de que en cada pared de esta casa estaba su esencia y los recuerdos causaban mucho dolor. Mi habitación se hallaba en el segundo piso, la primera puerta al la izquierda. Cuando era niña había tenido una etapa de fascinación por las mariposas, les había rogado que mi cuarto fuera de color rosa con muchas mariposas, luego al crecer cambio a ser de un tono purpura luego de haber hecho uno de los mas grandes berrinches de la historia conseguí que la pintaran nuevamente aunque claro el mobiliario seguía siendo el mismo, la habitación seguía igual. Mi enorme cama estaba en el centro, mi tocador de pino blanco se hallaba en una esquina junto al gran armario blanco al otro lado de la habitación se encontraba un baño que era solo mío, mis peluches se hallaban en un estante junto a mis fotografías escolares, once años había pasado y todo seguía intacto, tal y como recordaba.
Después de desempacar, me metí en el enorme baño, abrí el grifo de la bañera sabiendo que un baño caliente me relajaría, después de desvestirme hundí mi cuerpo en la tibia agua, comencé a quedarme dormida cuando escuche tres pequeños golpes en la puerta, salí de la tina y me enfunde en una tolla. Cuando abrí la puerta vi a mi madre, con sus manos sobre la cadera, lo cual indicaba que estaba enfadada. Ella era muy parecida a mi excepto por mis ojos azules y mi piel excepcionalmente pálida yo era un clon de ella en su juventud.
--Emily, hace mas de media hora que llevo llamándote—dijo ella realmente enfurecida—La cena ya se enfrió
--Lo siento mama, pero no tengo hambre.
--¿Que es lo que sucede?, tu siempre tienes hambre
--Si, lo se es solo que estoy cansada por el viaje, además mañana tengo escuela y quiero acostarme temprano.
--Ok, vosotros lo adolecentes realmente son complicados—dijo ella con un gesto exasperado—En mis tiempos no éramos así.
--Mama no estamos en tu tiempo, así que por favor puedes salir de la habitación así puedo vestirme?
Se dio media vuelta y salió por la puerta. En cuanto estuve sola me vestí poniéndome mi pijama de seda victoriana favorito. Me dirigí hacia el baño para cepillarme el cabello, cuando las cerdas desataron los nudos y mi cabello que completamente lacio el espejo mostro a una muchacha con un rostro dulce, unos ojos azules como el mar que expresaban una tristeza infinita. Muchos dirían que al ser del sur de california debía ser de esa chicas altas, de tez bronceada, rubias y frívolas, pero yo era todo lo contrario, mi piel era tan pálida como la nieve sin aun posarse y mi cabello de un tono caoba, siempre he sido delgada no flacucha sino un poco mas escultural pero eso nunca importo, nunca eh sido vanidosa, frívola ni sínica, siempre todo lo contrario a ello.
Me recosté en la cama, tome una foto de mis amigos junto a mi en un partido de rugby, la apreté sobre mi pecho y entre llantos por fin me quede dormida.
Esa noche tuve un sueño muy extraño, primero me encontraba en un bosque sola, comencé a correr y correr, no entendía por que lo hacia solo sabia que tenia que huir, alcanzar el limite del bosque y encontrar a alguien que pudiera ayudarme, pero el bosque comenzó a desaparecer alrededor mío, y de repente me encontraba con mis mejores amigos en una sala, la televisión estaba encendida y en ella se podía ver dracula de Bran Stokes. En el enorme sillón se encontraba Rachel a su lado estaba Matt con su brazo alrededor de Mica y en un sillón apartado se encontraba Jesse.
--Vamos, Em ya te has perdido la mitad de la película—dijo Rachel.
Fue entonces cuando me di cuenta de donde me encontraba. Era mi antigua casa, justo en el momento que todo sucedió, sabia muy bien que dentro de diez segundos las luces se apagarían, oiría muchos gritos y cuando volvieran a encenderse todos estarían muertos menos yo.
Cuando todo comenzó a suceder quise gritarles que corrieran, que salieran inmediatamente de la casa, pero aunque intente desesperadamente no se produjo ningún sonido de mi boca, en cambio sentí una mano fría sobre mi hombro, di la vuelta desenfrenadamente, entonces vi unos ojos rojos y una sonrisa tan maléfica que me helo la sangre.
Me desperté respirando agitadamente en mi habitación, sabia que lo que había visto había sido solo un sueño, pero el recuerdo de sus muertes todavía me atormentaba. Saber que había sido mi culpa que ellos habían muerto, saber que si esa noche no los hubiera invitado a venir a casa ellos seguirían vivos y yo estaría muerta, pero preferiría estar muerta que cargar con esta culpa durante toda la eternidad.
Cuando desperté nuevamente ya era de mañana, casi las 6 en punto, por lo que decidí tomar una larga ducha para relajar mis músculos antes de ir a clases, estaba frustrada ya que ninguno de los atuendos que me encantaban podía usarlos con el clima de Forks por lo cual tenia que ponerme unos de los conjuntos que mi madre había comprado para mi antes de venir.
Cuando baje las escaleras la casa estaba vacía ya que mi madre se había ido a trabajar hace algún rato. Estaba dirigiéndome hacia la cocina para desayunar pero en lugar de ir allí me dirigí hacia la puerta trasera la cual daba al garaje, allí me metí en mi flamante BMW M6 Coupe negro.
Para llegar al instituto tenia por delante un largo camino ya que se encontraba en el centro de la ciudad a diferencia mi hogar. Cuando llegue allí aparque el auto fuera de la oficina de administración. La oficina era de un color rosa, en medio detrás de una ventanilla estaba un gran escritorio detrás de él se encontraba un hombre bastante mayor ordenando unas fichas. Me acerque silenciosamente hacia él.
--Em, disculpe—dije tocándole el hombro
--Oh, lo siento en que puedo ayudarle?
--Soy Emily Save—dije tímidamente
--Oh si, me avisaron que usted vendría—dijo dándose la vuelta y rebuscando en la oficina.
--Toma aquí tienes tu horario y una boleta de asistencia—dijo entregándomelos—Cada profesor tiene que firmarlo y a final del día debes entregármelo.
--Ok
--Te deseo un buen día
--Gracias—dije saliendo por la puerta.
En el exterior los demás estudiantes estaban comenzando a llegar, me metí dentro del coche y aparque en un espacio cerca de la salida.
Mi primera clase era Trigonometría, y no tenia idea de donde se encontraba. Ya casi no quedaba nadie en el corredor y comencé a preocuparme. Perfecto, pese con desesperación, mi primer día y estaba a punto de llegar tarde a clase por que se habían olvidado de darme un mapa, genial.
Comencé a caminar hacia afuera dirigiéndome hacia la oficina principal cuando sin darme cuenta choque con alguien y en cuanto levante mi rostro para disculparme me di cuenta de que el suyo estaba muy cerca al mío, y no era cualquier rostro podría jurar que era lo mas bello que había visto jamás pero nada de eso se importo en cuanto me perdí en sus ojos, eran grandes, cálidos, de un liquido color dorado y por eso mismo fue que mis libros resbalaron de mis manos cayendo en el suelo arruinando el momento.
--Lo siento—dije rápidamente
--Fue mi culpa, esta bien—dijo con voz dulce
Wau, su voz era maravillosa, dulce y aterciopelada. Me agache a recoger los libros cuando vi que sus manos los recogía rápidamente sin darme tiempo de siquiera tomarlos. Me erguí rápidamente tomándolos de sus manos pero en cuanto lo hice mis dedos rozaron los suyos y una corriente pasó a través de mí.
--Soy Emily, la nueva chica—dije tímidamente
--Mucho gusto, soy…
No pudo terminar la frase ya que una muchacha de cabellos castaño oscuro al final del corredor estaba llamándolo con lo que supuse era su nombre.
--Vamos Edward, llegaremos tarde a clases—dijo la muchacha claramente disgustada.
El giro su rostro para mirarme nuevamente.
--Creo que ya ella te ha dicho mi nombre o más bien gritado—dijo avergonzado
--Esta bien
--Me tengo que ir pero fue un placer chocar contigo.
--El placer fue mío –dije siguiéndole el juego.
Comenzó a irse cuando de repente recordé por que estaba en el corredor.
--Edward?—Me sorprendió el sentimiento que recorrió mi cuerpo en cuanto dije su nombre
--SI?—dijo girándose para mirarme
--Sabes donde esta en el salón de Trigonometría?
--Claro, es por ese pasillo, el primero a la izquierda—dijo señalándome el camino
--Gracias
Eso fue lo último que pude decirle por que en cuanto lo hice giro sobre sus talones tomando la mano de la muchacha y yéndose por otro corredor.Cuando entre en el salón irrumpí precipitadamente ganándome la mirada acusadora del profesor y la risita de varios alumnos. Después de explicar a que se debía mi retraso, ignorando a Edward, y presentarme frente a la clase fui a sentarme al banco que me habían asignado. Cuando estuve acomodada mi mente vago lejos recordando el rostro de aquel extraño muchacho: la dureza de su mandíbula cuadrada, la suave curva de sus labios carnosos, la line recta de su nariz, el ángulo agudo de sus pómulos, su cabello de un tono broncíneo ligeramente despeinado, deje sus ojos para lo ultimo sabiendo que en cuanto los recordara me perdería en ellos. Me pregunto si volveré a verlo pronto.

Angel Oscuro

Capitulo I

Era un día lluvioso, la avioneta aterrizo en el aeropuerto de Port Ángeles, supongo que aun no terminaba de acostumbrarme al clima de mi nuevo hogar. Estaba muy triste había abandonado mi hogar al sur de california para mudarme a Forks, un pueblecillo que no repasaba los 3500 habitantes. Genial. Abordamos un taxi, el conductor nos saludo con una sonrisa, trate de contestar con otra pero lo único que salió de mi boca fue una mueca. Después de una larga hora donde todo lo que vi fue verde comenzaron a aparecer casas hasta que nos adentramos en el centro de la ciudad para luego salir de el rápidamente.
La casa de mi abuelo estaba en las afueras de la ciudad, al otro lado del pueblo. Era de un estilo tipo colonial, tenia dos pisos de altura. Baje del auto y corrí rápidamente hacia el porche para resguardarme de la lluvia y en unos segundos mi madre se me unió mientras el chofer terminaba de bajar las maletas y traerlas hasta donde estábamos. Mi madre abrió la puerta la cual conducía al vestíbulo en el cual se hallaba aun costado la escalera que conducía al segundo piso. El lugar estaba tal y como lo recordaba, las paredes de un tono marfil, el sofá de cuero negro frente a la chimenea y los cuadros que tanto me habían maravillado de niña seguían aun colgados en los mismos lugares hacia años que no había estado aquí desde la muerte de mi abuelo por el simple hecho de que en cada pared de esta casa estaba su esencia y los recuerdos causaban mucho dolor. Mi habitación se hallaba en el segundo piso, la primera puerta al la izquierda. Cuando era niña había tenido una etapa de fascinación por las mariposas, les había rogado que mi cuarto fuera de color rosa con muchas mariposas, luego al crecer cambio a ser de un tono purpura luego de haber hecho uno de los mas grandes berrinches de la historia conseguí que la pintaran nuevamente aunque claro el mobiliario seguía siendo el mismo, la habitación seguía igual. Mi enorme cama estaba en el centro, mi tocador de pino blanco se hallaba en una esquina junto al gran armario blanco al otro lado de la habitación se encontraba un baño que era solo mío, mis peluches se hallaban en un estante junto a mis fotografías escolares, once años había pasado y todo seguía intacto, tal y como recordaba.
Después de desempacar, me metí en el enorme baño, abrí el grifo de la bañera sabiendo que un baño caliente me relajaría, después de desvestirme hundí mi cuerpo en la tibia agua, comencé a quedarme dormida cuando escuche tres pequeños golpes en la puerta, salí de la tina y me enfunde en una tolla. Cuando abrí la puerta vi a mi madre, con sus manos sobre la cadera, lo cual indicaba que estaba enfadada. Ella era muy parecida a mi excepto por mis ojos azules y mi piel excepcionalmente pálida yo era un clon de ella en su juventud.
--Emily, hace mas de media hora que llevo llamándote—dijo ella realmente enfurecida—La cena ya se enfrió
--Lo siento mama, pero no tengo hambre.
--¿Que es lo que sucede?, tu siempre tienes hambre
--Si, lo se es solo que estoy cansada por el viaje, además mañana tengo escuela y quiero acostarme temprano.
--Ok, vosotros lo adolecentes realmente son complicados—dijo ella con un gesto exasperado—En mis tiempos no éramos así.
--Mama no estamos en tu tiempo, así que por favor puedes salir de la habitación así puedo vestirme?
Se dio media vuelta y salió por la puerta. En cuanto estuve sola me vestí poniéndome mi pijama de seda victoriana favorito. Me dirigí hacia el baño para cepillarme el cabello, cuando las cerdas desataron los nudos y mi cabello que completamente lacio el espejo mostro a una muchacha con un rostro dulce, unos ojos azules como el mar que expresaban una tristeza infinita. Muchos dirían que al ser del sur de california debía ser de esa chicas altas, de tez bronceada, rubias y frívolas, pero yo era todo lo contrario, mi piel era tan pálida como la nieve sin aun posarse y mi cabello de un tono negro azulado, siempre he sido delgada no flacucha sino un poco mas escultural pero eso nunca importo, nunca eh sido vanidosa, frívola ni sínica, siempre todo lo contrario a ello.
Me recosté en la cama, tome una foto de mis amigos junto a mi en un partido de rugby, la apreté sobre mi pecho y entre llantos por fin me quede dormida.
Esa noche tuve un sueño muy extraño, primero me encontraba en un bosque sola, comencé a correr y correr, no entendía por que lo hacia solo sabia que tenia que huir, alcanzar el limite del bosque y encontrar a alguien que pudiera ayudarme, pero el bosque comenzó a desaparecer alrededor mío, y de repente me encontraba con mis mejores amigos en una sala, la televisión estaba encendida y en ella se podía ver dracula de Bran Stokes. En el enorme sillón se encontraba Rachel a su lado estaba Matt con su brazo alrededor de Mica y en un sillón apartado se encontraba Jesse.
--Vamos, Em ya te has perdido la mitad de la película—dijo Rachel.
Fue entonces cuando me di cuenta de donde me encontraba. Era mi antigua casa, justo en el momento que todo sucedió, sabia muy bien que dentro de diez segundos las luces se apagarían, oiría muchos gritos y cuando volvieran a encenderse todos estarían muertos menos yo.
Cuando todo comenzó a suceder quise gritarles que corrieran, que salieran inmediatamente de la casa, pero aunque intente desesperadamente no se produjo ningún sonido de mi boca, en cambio sentí una mano fría sobre mi hombro, di la vuelta desenfrenadamente, entonces vi unos ojos rojos y una sonrisa tan maléfica que me helo la sangre.
Me desperté respirando agitadamente en mi habitación, sabia que lo que había visto había sido solo un sueño, pero el recuerdo de sus muertes todavía me atormentaba. Saber que había sido mi culpa que ellos habían muerto, saber que si esa noche no los hubiera invitado a venir a casa ellos seguirían vivos y yo estaría muerta, pero preferiría estar muerta que cargar con esta culpa durante toda la eternidad.
Cuando desperté nuevamente ya era de mañana, casi las 6 en punto, por lo que decidí tomar una larga ducha para relajar mis músculos antes de ir a clases, estaba frustrada ya que ninguno de los atuendos que me encantaban podía usarlos con el clima de Forks por lo cual tenia que ponerme unos de los conjuntos que mi madre había comprado para mi antes de venir.
Cuando baje las escaleras la casa estaba vacía ya que mi madre se había ido a trabajar hace algún rato. Estaba dirigiéndome hacia la cocina para desayunar pero en lugar de ir allí me dirigí hacia la puerta trasera la cual daba al garaje, allí me metí en mi flamante BMW M6 Coupe negro.
Para llegar al instituto tenia por delante un largo camino ya que se encontraba en el centro de la ciudad a diferencia mi hogar. Cuando llegue allí aparque el auto fuera de la oficina de administración. La oficina era de un color rosa, en medio detrás de una ventanilla estaba un gran escritorio detrás de él se encontraba un hombre bastante mayor ordenando unas fichas. Me acerque silenciosamente hacia él.
--Em, disculpe—dije tocándole el hombro
--Oh, lo siento en que puedo ayudarle?
--Soy Emily Save—dije tímidamente
--Oh si, me avisaron que usted vendría—dijo dándose la vuelta y rebuscando en la oficina.
--Toma aquí tienes tu horario y una boleta de asistencia—dijo entregándomelos—Cada profesor tiene que firmarlo y a final del día debes entregármelo.
--Ok
--Te deseo un buen día
--Gracias—dije saliendo por la puerta.
En el exterior los demás estudiantes estaban comenzando a llegar, me metí dentro del coche y aparque en un espacio cerca de la salida.
Mi primera clase era Trigonometría, y no tenia idea de donde se encontraba. Ya casi no quedaba nadie en el corredor y comencé a preocuparme. Perfecto, pese con desesperación, mi primer día y estaba a punto de llegar tarde a clase por que se habían olvidado de darme un mapa, genial.
Comencé a caminar hacia afuera dirigiéndome hacia la oficina principal cuando sin darme cuenta choque con alguien y en cuanto levante mi rostro para disculparme me di cuenta de que el suyo estaba muy cerca al mío, y no era cualquier rostro podría jurar que era lo mas bello que había visto jamás pero nada de eso se importo en cuanto me perdí en sus ojos, eran grandes, cálidos, de un liquido color dorado y por eso mismo fue que mis libros resbalaron de mis manos cayendo en el suelo arruinando el momento.
--Lo siento—dije rápidamente
--Fue mi culpa, esta bien—dijo con voz dulce
Wau, su voz era maravillosa, dulce y aterciopelada. Me agache a recoger los libros cuando vi que sus manos los recogía rápidamente sin darme tiempo de siquiera tomarlos. Me erguí rápidamente tomándolos de sus manos pero en cuanto lo hice mis dedos rozaron los suyos y una corriente pasó a través de mí.
--Soy Emily, la nueva chica—dije tímidamente
--Mucho gusto, soy…
No pudo terminar la frase ya que una muchacha de cabellos castaño oscuro al final del corredor estaba llamándolo con lo que supuse era su nombre.
--Vamos Edward, llegaremos tarde a clases—dijo la muchacha claramente disgustada.
El giro su rostro para mirarme nuevamente.
--Creo que ya ella te ha dicho mi nombre o más bien gritado—dijo avergonzado
--Esta bien
--Me tengo que ir pero fue un placer chocar contigo.
--El placer fue mío –dije siguiéndole el juego.
Comenzó a irse cuando de repente recordé por que estaba en el corredor.
--Edward?—Me sorprendió el sentimiento que recorrió mi cuerpo en cuanto dije su nombre
--SI?—dijo girándose para mirarme
--Sabes donde esta en el salón de Trigonometría?
--Claro, es por ese pasillo, el primero a la izquierda—dijo señalándome el camino
--Gracias
Eso fue lo último que pude decirle por que en cuanto lo hice giro sobre sus talones tomando la mano de la muchacha y yéndose por otro corredor.
Cuando entre en el salón irrumpí precipitadamente ganándome la mirada acusadora del profesor y la risita de varios alumnos. Después de explicar a que se debía mi retraso, ignorando a Edward, y presentarme frente a la clase fui a sentarme al banco que me habían asignado. Cuando estuve acomodada mi mente vago lejos recordando el rostro de aquel extraño muchacho: la dureza de su mandíbula cuadrada, la suave curva de sus labios carnosos, la line recta de su nariz, el ángulo agudo de sus pómulos, su cabello de un tono broncíneo ligeramente despeinado, deje sus ojos para lo ultimo sabiendo que en cuanto los recordara me perdería en ellos. Me pregunto si volveré a verlo pronto.